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viernes, julio 25, 2008


30 años de espera... 


culminaron en un día histórico.




Porque aunque la justicia se tarde, cuando llega tal vez no sea capáz de secar las lágrimas ni sanar las heridas, pero es un pequeño rayito de esperanza en medio de tanta desidia e indiferencia.
¡Cadena Perpetua y Cárcel Común al Genocida L.B.Menéndez!

Ayer fue un gran día. Por el ¡NUNCA MÁS!, por una patria libre, sin olvido ni perdón a los asesinos de nuestros 30.000 hermanos detenidos desaparecidos.
¡¡¡Olé olé, olé olá
como a los nazis les va a pasar
adonde vayan los iremos a buscar
olé olé, olé olá!!!
Por aquellos 30.000 compañeros que a través de nuestras voces siguen gritando ¡PRESENTE! y porque a pesar del tiempo y la impunidad: ¡NO NOS HAN VENCIDO!


Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos

ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.

Desaparecidos-Mario Benedetti
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viernes, julio 18, 2008


Un miércoles en Baires 


Y sí, fuimos a Buenos Aires por un día; es que hay cosas que no se pueden dejar pasar, aunque sean en medio de la semana laboral y eso demande hacerse un viaje de ida y vuelta en poco más de 24 horas.

Hace una semana nos llegó la invitación para la presentación del libro de Hernán, sí... Casciari, el de la Mirtha, el de Orsai, el de la Nina y Cris... ese, el gordo Casciari.

Y allí fuimos, con poco tiempo pero muchas ganas.

Como la presentación era a las 7 de la tarde y para viajar medianamente rápido y cómodos desde Venado hay que hacerlo de noche, estábamos en la gran ciudad a media mañana; o sea que teníamos un día por delante para hacer dos cosas que nos interesaban y después ir a la presentación.

Don O, obviamente quería recorrer librerías y atiborrarse del maravilloso olor a libro de saldo que es un elixir inexistente en esta ciudad-pueblo del medio de la pampa húmeda; y yo quería ir a la Plaza de los dos Congresos a atiborrarme de la vieja utopía de la militancia popular y su maravilloso color a sueños de adolescencia, cosa también inexistente en este pozo rutinario y adormecido en el que me tocó nacer.

Todo eso hicimos.

Primero la Plaza, para confirmar que uno no elige... uno es lo que es y sobre eso no hay debates posibles. Cada quién sabe donde se siente como en casa, aunque el paisaje sea totalmente atípico, entre qué personas elige estar aunque nunca les haya visto la cara ni sepas como se llaman. No hay una explicación para eso, ni ideológica, ni política, ni social; es así y punto. Se toma o se deja, así de simple.

La cosa es que llegamos a la Plaza, y como bien sabemos, había dos extremos, con sendas carpas y afines; inmediatamente fuimos hacia donde nos interesaba ir primero. Y encontramos a los chicos de la JP, otros de la Cámpora, mujeres y niños de diferentes distritos y agrupaciones, la carpa del Movimiento Indigenista y su reclamo por algo que también vi de cerca: los niños del NOA y sus tierras usurpadas y sus derechos violados y su soja para hoy hambre para mañana. Y escuchamos consignas con las que coincidimos, y bombos y risas y gente que no tiene plata pero tiene dignidad, y nos mezclamos sin sentirnos fuera de contexto y estuvimos cómodos. Algo no vimos (y con eso confirmamos que es cierto: Clarín miente, TN miente, los medios mienten y la demonización que han hecho de las agrupaciones militantes es tan chata, arcaica y sin bases sólidas que dan asco), no vimos ni vino, ni choripanes, ni gente que transara por estar ahi; más bien vimos una especie de fiesta popular, con chicos y mujeres que desde temprano hacían el aguante hasta que promediando la tarde empezaron a llegar los hombres, recién salidos de sus trabajos; no vimos agresores ni agredidos, ni insultos ni golpes.


En medio de esa gente que defendía (equivocados o no) lo que creen, nos sentimos tranquilos; y comprendí una vez más porqué nunca encajo con ciertos pensamientos de la gente que me rodea. La respuesta es: porque uno no elige con quién se identifica, ni con quienes se siente comprometido, ni quién te cae bien y quién no; uno es lo que es, y eso va más allá de los planteos de sobremesa o de las pseudoaspiraciones que nuestros padres quieran imponernos.

Don O. quería ver qué onda en el otro extremo y alli fuimos también, y no nos gustó mucho la mezcla de ideas, las conveniencias, los enroques; pero miramos un poco, escuchamos, sacamos un par de fotos y tuvimos la perlita que nos decidió a largarnos de ahi: un tipo de casi dos metros con su correspondiente bombacha bataraza, su sombrero de cuero, sus botas y sus ojos del color del cielo se acercó a nosotros, nos miró y me dio un folletín sobre "su lucha"; a Don O. lo miró pero no le dio nada... creo que yo, con mi cabeza llena de mechas artificiales y mi piel blanca le resultaba más interesante que un tipo moreno con marcados rasgos autóctonos. Don O. obviamente no se iba a tragar ese moco, así que en la cara del gigantón se largó una sonora risotada y me dijo: "Ves? te lo da a vos porque sos rubia!"; nos miramos, nos reímos, lo miramos al gigantón que no sabía donde meterse y dijimos: "Qué mierda hacemos acá?". Y nos fuimos con una confirmación más. Y van...


También conocimos la Universidad y la Librería de las Madres. Caminamos por Corrientes entrando a cada una de las librerías que había a nuestro paso. Compramos libros. Tomamos helados. Volvimos a la Plaza para ver cómo crecía la multitud y el colorido de las banderas. Vimos a un D´Elia y a un Pérsico que no meten miedo, más bien eran dos tipos más entre la gente, sin patovicas ni seguridad ni golpes ni exabruptos; hasta puedo decir que fueron amables y divertidos. Se rieron cuando les dije que era de Venado y me dijeron: "no muestres esta foto allá o te echan"... evidentemente nuestra fama ha trascendido las rutas nacionales.



Y se hizo la hora de ir a conocer cara a cara a Hernán, y partimos rumbo al Margarita Xirgu para encontrar un teatro lleno de gente. Y emocionarnos y reírnos. Y enterárnos de cosas que no sabíamos, conocer al Chiri, a la Nina, a Cris, a Chichita. Reencontrarnos con el Torito, tan buena gente como siempre. Y sorprender a Hernán que no nos había reconocido (según él tengo otro pelo :p). Hicimos la cola como Dios manda y nos trajimos el libro firmado y la foto con el gordo que por allá en el 2003 nos alegraba las noches con la Mirta y el Caio, el Zacarías, el Nonno, la Sofi... para después llevarnos a Orsaí y seguir metiendo goles de media cancha con su genialidad.


Cenamos, vimos el cacerolazo apresurado en el obelisco, ese que armaron los del campo que creían que habían perdido; y vimos a Moria salir del Teatro, y a Retiro para subir a un bondi con 4 chacareros envueltos en banderas que se jactaban de haber gastado su plata en cervezas, de haberle pegado a un cana en la nuca con una bandera, de sacarse fotos con Buzzi y Miguens, de que la Ripoll está "cogible"; y por suerte me dormí y ya no los escuché más por el bien de mi estómago y mi salud mental.


De vuelta a casa, la noticia de Cobos... mirar las fotos, reconfirmar lo confirmado y quedarnos, a pesar de todo, con un buen sabor de boca, porque una vez más, juntos estamos donde queremos estar y con muy poco somos felices.

He dicho.
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