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domingo, octubre 11, 2009


44 a 24 - un día después 




Contar mi experiencia en esta Plaza no es cosa fácil. No es fácil pensar y escribir, de manera que un puñado de desconocidos y conocidos comprendan, qué significa para mí cada viaje a esa Plaza y todo lo que implica.

Cómo transmitir esa semana anterior durmiendo 4 horas por día para dejar el laburo medianamente acomodado, organizar a los chicos, dejarlos de mi vieja, no tener ni tiempo de plasmar ese llanto por la Negra, que se nos fue en medio de la madrugada, en un post tan merecido y que finalmente fue una deuda.

Cómo contar que siempre llegamos a fin de mes con lo justo y otras veces ni llegamos pero que igual había que ir sin pensar en los gastos, porque a nosotros no nos llevó nadie como dice Clarín, ni nos pagan por escribir con el corazón que bancamos este proyecto como dice algún pelotudo anónimo en los comentarios.

Cómo explicarles con palabras la emoción que se siente al llegar y pasar las horas y ver llegar a más y más compañeros a los que no conocemos pero que pareciera que sí, esos que te miran y te sonríen porque los sueños hermanan igual que las luchas.

Cómo decir sin vanidades que existen momentos en que una se siente importante y parte de algo que la supera, cuando la llaman para que hable detrás de un micrófono de una radio improvisada y militante, o cuando saluda al Chivo Rossi y este le hace chistes cómplices sobre el lugar del que una proviene y se sacan una foto juntos, o cuando entre miles el periodista de Página 12, con su libretita y su lapicera, se le para enfrente y le dice si le puede hacer algunas preguntas.

Cómo tratar que entiendan los que leen que se me llenaron los ojos de lágrimas con los pendex de la JP Evita cantando "Somos la gloriosa ..." en la pizzería, o las lágrimas de felicidad con el 44-24, o al cantar el himno, o al gritar junto a miles "Patria sí, colonia no". Y que se me sigue haciendo el mismo nudo en la garganta cuando veo los videos de esos momentos.

Es imposible que comprendan cómo se ensancha el pecho y se encienden las esperanzas de una utópica perdida como soy yo, en esa Plaza con tanta militancia de verdad, de esa que no se vende, de esa que no se da por vencida. Tan imposible es que, sinceramente lo digo, no tengo palabras para contarlo; porque cuando pienso en escribir lo que siento admito que leído por ojos ajenos puede sonar exagerado y hasta cursi, pero qué le vamos a hacer, será que en el fondo lo soy o será que estos momentos históricos nos permiten incluso eso.

Por eso, y a riesgo de caer en frases hechas y cursilerías varias, solo voy a decir que cada vez que piso esa Plaza (y no crean que hablo desde el triunfo, también fui para la 125 y se lo que es volver con la cabeza gacha); pero aún en esos momentos esa Plaza es un hogar entrañable y acogedor, pletórica de esperanzas, que cobija como ningún otro sitio mis más íntimos sueños de felicidad para este Pueblo.

Será por eso que hoy, otra vez a 365 km de ella, ya la extraño y me siento paria en tierra propia rodeada de conocidos que me son más ajenos que aquellos que me rodeaban ayer. Será por eso que ya estoy pensando cuándo será el próximo encuentro, para volver a pisar sus baldosas y sentir lo que ayer sentí: que todo es posible si los que no pensamos solo en nosotros seguimos luchando y juntándonos para que finalmente los sueños de libertad se hagan realidad. Todo es posible si seguimos militando con alegría, porque no nos han vencido, y porque a pesar de sus odios y maquinaciones nosotros tenemos algo que ellos no tienen: un sentimiento de hermandad que nos mantiene vivos y nos impulsa a la lucha. Y eso es un tesoro inconmensurable.

Pero bueno, todo eso querría decir y mucho más, solo que no puedo porque todavía estoy felizmente confundida por tantos recuerdos de un día inolvidable. Por eso el post claro sobre lo que pasó se los debo para otros momentos, cuando la felicidad exultante de paso a la reflexión. Y si acaso ese día no llega será un post más que les deba. Al cabo que no será ni el primero ni el último ;)
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